La paciencia afecta cada aspecto de nuestra vida, desde nuestras relaciones interpersonales hasta nuestras finanzas, e incluso hasta nuestras ocupaciones.

En este mensaje, el Dr. Stanley enseña que cosas como el orgullo, las dudas, la ira, la insensibilidad, las debilidades, el egoísmo, la rebelión, el temor y la falta de visión llevan a la impaciencia. Todo esto nos deja preocupados y estresados, lo que resulta en angustia, relaciones rotas y sentimientos de culpa, entre otras cosas.

Aunque no lo expresemos con nuestros labios, nuestra impaciencia dice:

- No confío en el tiempo de Dios; mi tiempo es mejor
- No estoy dispuesto a esperar por la ayuda de Dios
- Se lo que es importante, mejor que Dios
- Quiero hacer mi voluntad, no la de Dios
- Me interesan más mis sentimientos que mi futuro
- El mundo gira alrededor de mí
- No me preocupa la manera en que mis exigencias afectan a los demás

Cuando decidimos conseguir lo que queremos según nuestra agenda en vez de la agenda de Dios, nos hacemos un daño terrible. Y lo más lamentable es que es imposible volver atrás. Tenemos que aprender a vivir con las consecuencias, porque ese tiempo jamás puede recuperarse. Si usted aprende a obedecer a Dios y a esperar en Él, no tendrá temor de perder nada que el Señor haya dispuesto para usted. Cada momento puede ser parte de una vida maravillosa y productiva.

Este mensaje es parte de la serie El poder de la paciencia.