A todos nos gusta la idea de sentirnos superiores, bendecidos, admirados, amados y atendidos. Queremos salir adelante en la vida, queremos dar lo mejor de nosotros para tener éxito y cumplir con lo que debemos. Queremos llegar a donde Dios quiere que estemos en la vida, y ansiamos que se cumplan sus promesas que parecen dirigirnos hacia el éxito.

En este mensaje, el Dr. Stanley examina algunas de las promesas de Dios en relación con la humildad. El Señor siempre es fiel para cumplir sus promesas, pero algunas de ellas tienen condiciones que nosotros debemos cumplir. En el capítulo 5 de la Primera Epístola de Pedro, aprendemos que nuestros humildes esfuerzos pueden ser una puerta a la gracia, a la liberación de la ansiedad e incluso a la necesidad de constante aprobación. A medida que entendamos cómo depositar nuestras preocupaciones en nuestro Padre celestial, y reconozcamos la suficiencia de su poder y de su cuidado, podremos disfrutar de paz y contentamiento cada día.

Cuando nos convirtamos en personas caracterizadas por un espíritu de humildad, rendidas a Dios en cada aspecto de nuestra vida, estaremos en condiciones de recibir todo lo que Él desea para nosotros, para su gloria y para nuestro gozo.